jueves, julio 05, 2012

SOLEDAD

Ayer entré en una tienda de todo a 100, una niña aparcada en un carrito minúsculo para su edad, espera mientras su madre trabaja 8, 10 o 12 horas, sus ojos vacíos esperan una atención que los llene, cuando nuestros ojos tropiezan le dedico una sonrisa y unos minutos.

Hoy vuelvo a entrar y la niña me reconoce, mientras su mama le da yogurt, fija su vista en mi y cuando me voy a ir, después de un ratito, una lágrima moja su mejilla y sus ojos brillan con una tristeza profunda, madurada en muchas horas de soledad infinita, me quedo un poco más, le hago juegos con las manos y al final cuando me voy se queda algo más tranquila, y a mi me tiembla el corazón.

Esta situación se repite en los cinco continentes, desde que entramos en el sistema de economía global, de esclavitud global.

Los adultos no tenemos tiempo para nuestros pequeños, seguimos con nuestra vida, con el trabajo, con todo lo que para nosotros era importante antes de la llegada de nuestros hijos, nos encadenamos a cualquier cosa que nos mantenga como siempre hemos sido.

Cambiar el mundo empieza por estar donde tenemos que estar, en el amor, en la presencia ante nuestros pequeños, dándoles una referencia de cariño, de compañía.
Mostrando que el mundo es un lugar que merece la pena, y donde se es feliz porque los demás están felices de tenernos junto a ellos.

Luego aprenderemos a cuidar la Naturaleza y a disfrutar de la vida, pero lo primero es lo primero, aprender el amor a través de la atención que ofrecemos y nos ofrecen los pequeños.
Para eso necesitamos donar nuestro tiempo, que nuestros niños sean el núcleo o la razón de nuestro proyecto personal.

De otra forma estamos atrapados en la Matrix.
Si rompemos la promesa, traicionamos a nuestros hijos y nuestra esencia

El camino para salir es claro: mantener un proyecto personal que incluya a nuestros hijos. No vender nuestro tiempo al mejor postor, y entregarlo a quien realmente lo merece, porque cuando les concebimos hicimos una promesa de amor, de vida que ha de ser honrada.