lunes, diciembre 18, 2006



El Eje del Tiempo. Hace casi un año, comencé un viaje por Oriente: Egipto, Sinai, Jordania... siguiendo una intuición, supe que allí había algo que me hacía vibrar, llenando mi espíritu y confirmándome que la realidad va más allá de lo que normalmente consensuamos.
Quería organizar una ruta que sirviera como un eje para la conciencia, o para la experiencia personal. Así que regresé en octubre, volvió a ser todo muy intenso, arrollador.
Casi cuando estaba a punto de tomar el avión de vuelta a Barcelona, sentí el impulso, la certeza de que volvería pronto llevando un grupo
Contra todo pronostico, un mes mas tarde estaba de vuelta. Esta vez acompañado, nos habíamos encontrado doce buscadores. En menos de tres semanas, tiempo record, tomamos la decisión que nos embarcó en un viaje sin retorno, tal como explica Castaneda en "Viaje a Ixtlan".

El viaje nos cambió, de forma que hubo un antes y un después.
La ruta consiguió su propósito de actuar como catalizador, y a modo de cardo maximus de las ciudades romanas, estructuró como un eje el tiempo.
Nos ayudó a cerrar etapas y abrir otras nuevas, enseñándonos a interactuar como unidad y al mismo tiempo a sentir nuestra individualidad.

Nos empapamos de la belleza del desierto, en amaneceres infinitos, nos sumergimos en las montañas de Petra, buceando en sus quebradas, en sus sabidurías y su conocimiento. Vislumbramos la sencillez, la dulzura, y la simpatía de sus moradores: los beduinos.
Llegamos al útero de nuestra Madre, ese mar interno, el Mar Muerto y su cordón umbilical, llamado río Jordán, allí abrimos los ojos a una nueva etapa, un nuevo anhelo de nuestra vida. También, Gea, nuestra Madre nos bautizó con belleza y calor en una hermosa cascada de aguas termales.

Seguimos avanzando, pero esta vez sabiendo íntimamente, que compartimos camino y nunca estamos solos, ni siquiera muy adentro, en nuestro corazón.

Gracias y hasta pronto.

Etiquetas: